Seguidores

domingo, 16 de octubre de 2011

Capitulo 19

Me quedé atontada, no había procesado lo que me había dicho. <<Te quiero>>, esas dos palabras resonaban en mi cabeza. Era impensable que Matt me hubiese dicho eso, me lo podía esperar de cualquier chico pegajoso, pero no de Matt. Siempre había sido de guardar sus sentimientos porque pensaba que decírselos a alguien le convertiría en una persona débil a la que podían atacar. Que sus sentimientos eran sus puntos débiles y no debía mostrarlos.
Sonreí involuntariamente,  al principio me extrañó que me lo hubiese dicho pero en realidad me halagó. Matt me había desvelado un secreto, un sentimiento.

-Yo a ti también.-Le besé.
-Abby, -Me agarró el rostro y me lo acarició.- no quiero que me lo digas por cumplir, quiero que me lo digas porque lo sientas. Yo lo siento y por eso te lo he dicho.

Reflexioné, ¿le quería? Le tenía mucho cariño eso sí lo sabía. Nunca había querido a nadie por lo tanto no sabía lo que se podía sentir al querer a una persona. Quería a mi madre, y a Dani por supuesto pero era otra manera de querer. Suponía que sí que le quería, que  habíamos compartido muchos momentos juntos y realmente parecíamos una pareja.

-Matt, sí te quiero.-Dije con total sinceridad.
-¿De verdad?-Se acomodó en el sofá, se sentó y agarró mis manos mirándome a los ojos.- Abby, desde que llegué aquí, solamente tú me has alegrado los días. Eres la razón por la que me despierto con una sonrisa cada día. Te quería preguntar si querías salir conmigo…

Ahora sí que me había quedado en shock. Era la primera vez que me decía <<te quiero>> y para colmo me había pedido salir.

-No hace falta que me contestes ahora, ¿vale? Quiero que te lo pienses bien, esta no es una decisión de las que se toman a la ligera.
-M..Ma..Matt ¿por qué? Quiero decir, nunca antes me habías dicho nada parecido a un te quiero ni habías mostrado tus sentimientos…
-Porque Abby, mereces la pena. Sé que eres una chica genial, y para mi gusto perfecta.
-Pff…déjame pensarlo ¿vale?
-Mi tiempo es tuyo Abby.

Me encantaba oírle decir mi nombre. Hizo amago de irse, pero le agarré y le besé solo estuvimos besándonos y me encantó. Me sentía feliz con él. No se lo diría hoy pero seguramente le diría que sí.
Al cabo de un rato se fue de mi casa y me duché, mañana tenía clase y quería despejarme, no había hecho la tarea de lengua, pero no podía llevarlo todo al ámbito personal, tenía que asegurarme cierta nota.
Llegó otro día y el sol acariciaba mi cara, cada día iba amaneciendo más tarde y se iba notando la lenta pérdida del sol. Asique aproveché los últimos rayos de sol que quedaban del otoño. Sonreí, me duché e completé mi ritual matinal.

No sabía nada de Dani, no me había llamado y a mí se me olvidó preguntárselo a su hermano. No me gustaba que fuese con ese chico, había faltado a clase y no me contestaba a los mensajes.
Cogí la mochila y me subí a la moto, miré el reloj del móvil, perfecto, iba cinco minutos antes que el otro día tenía que aparcar antes que ése chico.  Fui lo más rápido posible hacia el instituto, pero ahí estaba, esa enorme moto negra. Me quedé mirando la moto con la boca abierta, tanto como el casco me lo permitía. Escuché una voz detrás de mi cuello.

-¿Te molesta mucho la moto?

Me giré y me encontré con una media sonrisa sarcástica. Estaba convencida de que lo hizo aposta. Giré mi cabeza y aparqué mi moto en la otra plaza detrás del edificio. Estiré mis vaqueros y la camisa a cuadros para que me quedase lo suficientemente holgada.
Volví a la parte delantera del instituto y fui a mi clase.

-Bueno esto es el colmo. ¿No vas a preguntar si está ocupado?
-No hay nadie sentado así que supongo que no, no está ocupado.- Contestó con otra media sonrisa.

Dejé mi mochila encima de la mesa e iba a ir hacia el pasillo cuando de repente escuché la misma voz profunda.

-Me llamo Kyle.

sábado, 8 de octubre de 2011

Capitulo 18

Me quedé con la boca abierta. Era el primer chico, encima adolescente, que pasaba así de mí. Me subí a mi moto y me quedé pensando en por qué no me había hablado, ni siquiera para preguntarme si el sitio de mi lado estaba ocupado. Arranqué la moto y lo dejé pasar, seguramente sería un freakie, un chico raro de esos a los que les intimidaba hablar con las mujeres, un desperdicio, dado que era uno de los chicos que más buenos estaban de todos los que conocía. Me dirigí a mi casa, había visto a Cristian por los pasillos y él ni si quiera me había mirado, no sabía lo que me podía pasar hoy, creía que me había despertado invisible.

Sin embargo, Matt no se despegaba de mí. Había venido en el recreo a verme, no soportaba que me agobiasen pero a una le gusta sentirse siempre querida. Matt era muy dulce y aquello me encantaba, él podría ser el chico perfecto: era guapo, tenía un cuerpo de escándalo, era dulce y a la par apasionado.

Cuando llegué a casa, engullí la comida y me tumbé en la cama mirando al techo, pensé que no podía seguir así, Christian había pasado de mí y eso me molestó. Decidí pasar de él y centrarme en Matt que al fin y al cabo siempre había sido mi chico.
Le llamé para que viniese a casa ya que mi madre no estaba y tenía necesidad de cariñitos. Fui a la cocina y empecé a hacer palomitas calculando la hora a la que Matt vendría. Fui a mi cuarto y me cambié de ropa. Me puse unos pantalones de baloncesto y una camiseta nadadora roja a juego con las rayas del pantalón negro. Me solté el pelo sin ningún tipo de adorno y como maquillaje solamente raya en los ojos.

Sonaron a la vez la puerta y el microondas. Fui hacia la puerta y le abrí sonriéndole.

-Hola princesa,-Sonrió -¿qué tal vas?
-Buenas. Bien pasa anda.

Le sonreí y fui a la cocina a sacar las palomitas que todavía saltaban en la bolsa de papel, cuando noté unas manos sobre mi cintura y unos labios posarse en mi cuello. Me encantaba que hiciese eso. Sentí que su mano se deslizaba por mi cuerpo, yo pensaba que iba a acariciarme pero cogió un puñado de palomitas, un refresco para mí y una cerveza para él.
Matt y yo no necesitábamos hablar, nos entendíamos a la perfección, eran muchos años juntos. Me dio un beso en la cabeza y fue directamente hacia el sofá. Llevé el cuenco de palomitas, se lo di y puse “A tres metros sobre el cielo” en versión italiana. Me encantaba el protagonista. Me senté a su lado y me acomodé apoyando mi cabeza en su pecho. Notaba como su mano se paseaba por mi brazo acariciándolo. Me daba la mano, me acariciaba el pelo y de vez en cuando hacía algún comentario sobre la película para “demostrar” que era un tío.

Me encantaba la película imaginaba ser Babi, enamorada de un chico que aparte de guapísimo era perfecto. Era el chico malo que se enamoraba de la chica buena. Lo daba todo por ella, dejaba de montar tan rápido en la moto y no corría. No se metía en problemas, y eso también me molestaba porque le cambiaba, ya no era él. Esa chulería que había al principio fue desapareciendo y se iba convirtiendo en más cariño. Y Babi termino por cargárselo por completo, tirándolo a su antojo por ser una niña pija que se cansó de aguantar las  imperfecciones de su chico.
No sé por qué pero pensé en el chico nuevo de clase, vestía igual que Step y su moto era prácticamente igual. Los ojos al contrario en vez de claros eran oscuros como la noche. Pero eran muy atrayentes, tenía miedo de asomarme y mirarlos, caerme dentro de esos agujeros negros y perderme.

¿Por qué estaba pensando en él? No sabía ni como se llamaba y estaba con Matt en mi casa viendo una película. Le abracé y miré al televisor, sonreí le besé pero un beso suave no quería iniciar nada. Me sonrió y me abrazó, me acomodé en su regazo y terminé de ver la película.

-Te quiero.
-¿Qué?- Me extrañé, no podía creer lo que me había dicho.
-Que te quiero Abby.