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martes, 14 de junio de 2011

Capitulo 16

-¿Confías en mí?- Me susurró al oído y noté como mi piel se erizaba al sentir su aliento en ella.

Asentí con la cabeza y note como sus brazos se ceñían y me abrazaban la cintura. Sentí su cuerpo pegado al mío y el calor que me transmitía a mí cuerpo. Estaba feliz, me gustaba estar entre sus brazos, estaba protegida y lo sabía. La única cosa que me podía hacer daño era él y no creía que lo volviese a hacer, me perdería. Me estaba poniendo a mil, sólo con tener su cuerpo pegado al mío. Empecé a caminar porque él y su cuerpo me lo pidieron. Me indicó que había unos escalones, aunque yo me sabría la casa de memoria, con los ojos cerrados si tuviese que ir sola. Me abrazaba, pero me dejaba hueco para andar, me pidió que esperase un momento dónde me dejó. Apagó las luces lo escuché, al parecer el sentido del oído se había agudizado al perder la visión. Percibía un olor, era chocolate. Me relamí los labios, en pocos minutos sentí su presencia otra vez detrás de mí. Me quitó la banda de los ojos, parpadeé un par de veces y entonces vi la casa, estaba llena de velas, de todos los colores, en una gama que incluía tonos marrones a beige.  También había incienso, sonreí, suponía que se las había quitado a Danielle. Me volví y le abracé, le di múltiples besos con inocencia en el cuello. Me abrazó y me besó mientras sonreía.

-Venga va, que tengo más cositas preparadas.- Me dijo susurrando.
-Pero es que yo estoy muy cómoda aquí.-Le dije poniendo morritos y voz de niña pequeña.

Sonrió pero no dijo nada, me volvió a girar y me indico que subiera por las escaleras, me encantaba este rollo romántico, sabía que si Dani estuviera en mi lugar no le gustaría porque a ella esto no la gustaba nada. Aunque sabía que tenía un lado romántico que nunca enseñaba y si le hacían esto se la caerían las bragas. Vi su cuarto y sonreí pero ahora me tenía que centrar en su hermano, en Matt.
Estaba muy atento a cada movimiento que hacía, me miraba y le sonreía. Su cuarto estaba alumbrado con la poca luz del sol que entraba por los huecos de las persianas. Había unas cortinas naranjas tirando a rojas que le daba un toque romántico a la habitación. En vez de pétalos en la cama como me había imaginado, había puesto chocolatinas, él sabía lo mucho que me gustaba el chocolate. Me abalancé contra su cuerpo, me abrazó por la cintura y sus manos se movían por la parte baja de mi espalda, mi trasero y los muslos.  Ahora sí, que sus besos abrían mis labios. Nuestras lenguas se saludaban y reconocían, ya habían coincidido varias veces.
Mis manos acariciaban su espalda e intenté quitarle la camiseta, paramos. Nos quitamos nuestras camisetas y volví a besarle con rabia casi en vez de pasión. Mientras lo hacía le desabrochaba el botón de los vaqueros. El hizo lo mismo pero dándome besos por la clavícula, me estaba poniendo a mil. Me besaba y mordía mis labios mientras nos caíamos con suavidad en la cama. Él estaba tumbado encima de mí.
Cogí una de las chocolatinas y la desenvolví la metí en mi boca, él me besó y sentía como el chocolate se deshacía en nuestras bocas. El calor se extendía por nuestros cuerpos a medida que nos besábamos. Nuestros cuerpos se pegaban, hacía calor debido a la tensión sexual y la energía que desprendían las velas.
Estaba que echaba cohetes, y él lo notó, notaría cualquier cosa que yo quisiese con sólo mirarle, me quitó los pantalones y me dio besos por el ombligo. Subió y me despojó del sujetador lentamente y empezó a juguetear como un bebé con el seno de su madre. Lo besaba y lo succionaba, le daba pequeños mordiscos amorosos. Le dedicaba tiempo a mis pezones. Yo mientras tanto soltaba pequeños gemidos que escapaban y esta vez lo iba a redimirlos, estábamos solos. Podía notar como su miembro erecto crecía, él se rozaba contra mi sexo. Matt empezó a dar besos y lametazos en mi bajo vientre, pero no llegaba todavía a lo que quería hacer, después de algunos besos y caricias, por fin lo hizo. Lo agarró entre sus labios y lo besó, podía notar como la sangre y la excitación se juntaba en ese punto tan poderoso capaz de provocar los mejores orgasmos en una mujer. Es lo que era, una bomba de placer, y él estaba consiguiendo que estallase. El primer orgasmo, y yo gemía alto pero él me calló dándome besos realmente placenteros. Mi cadera se arqueaba y pegaba más contra su cuerpo, la piel se erizó. Le besé por el cuello, le mordí yo ya no sabía lo que hacía. Me puse encima de él. Le quité toda la ropa posible, y agarré su miembro grande, erecto y duro. Le hice caricias a lo largo de él, y también lo giraba flojito lo suficiente para procurarle placer. Acerqué mis labios y le miré con lascivia, empecé a introducirlo en mi boca, jugueteaba con mi lengua. Miré su cara y vi como empezaba a gemir, seguí así hasta que vi que estaba a punto de correrse y lo dejé. Le puse un condón que había en el cajón de su mesilla. Empecé a besarlo por el pecho lentamente subiendo por su clavícula y me lo introduje lentamente y empecé a cabalgar literalmente a Matt. Primero iba lento, pero empecé a aumentar la intensidad. Gemíamos al unísono, me agaché hacia él para procurarme más placer y le mordí el labio. Pasaron minutos de silencio, de gemidos, de respiraciones agitadas por los orgasmos producidos y todo esto abrazados en su cama, era precioso estar así con él, le quería y yo lo sabía. Me dormí entre sus brazos, tapada por una fina sábana. No quise despertarme, pero unos rayos de sol me alumbraron los ojos y lo hice, vi unos cabellos rubios a mi lado y sonreí, pensé que no me importaría despertar así siempre. Los acaricié y su torso también, estaba tan musculado. Una media sonrisa se dibujaba en su cara que se despertaba lentamente dirigiéndome una mirada de ojos grises llena de alegría.

martes, 7 de junio de 2011

Capitulo 15

Le miré, me dolía hacerlo porque me recordaba lo que él había hecho, lo que me había dicho. Siendo él a la primera persona que se lo contaba después de mí circulo cerradísimo de amigos y me lo echó en cara. Pero no fue mi culpa, sin embargo esto sí. Deseaba no haberle contado nada, y sabía que me arrepentiría toda la vida por haberlo hecho.

-Pues dímelo ya no tengo todo el día Matt…
-¿De dónde vienes? He pasado aquí toda la noche y no te he visto
-Creo que no tengo que darte explicaciones.-Contesté en un tono secante.

Aparte de lo que hizo, ¿pretendía que le diese explicaciones de lo que había hecho? Era lo último que podía esperar.

-Vale, si es cierto, lo siento. Abby, siento mucho lo que te dije. No debería habértelo dicho ni echártelo en cara, porque no tienes la culpa, ¿me perdonas pequeña?

No sabía si perdonarle, a pesar de su petición. Le miré, tenía en su cara una expresión triste y apenada, pero podría estar fingiéndolo. Seguía siendo él, su mismo cabello rubio y brillante, pero su cara no estaba como siempre, no sonreía. No tenía esa sonrisa que me volvía loca. Me arrepentiré de lo que iba a hacer.

-Vales, estás perdonado, pero tendrás que ganártelo. No te lo voy a poner tan fácil como tú te piensas.

Sonrió y esta vez me hizo hacerlo a mí también, cosa que no quería hacer. Pero era su sonrisa y ésta me hacía sentir bien como si cualquier cosa no importase en el mundo. Pero sus ojos, aquellos ojos grises transmitían alegría ahora y la expresión de su rostro cambió totalmente.

-Ya sé cómo hacerlo, pero para eso tienes que quedar conmigo esta noche. No más numeritos familiares, sólo tú y yo.
-¿Y Dani, no va a estar en casa?
-Que va, se va al pueblo con mis padres, en realidad tendría que haber ido pero estaba esperando a hablar contigo y al final no voy a ir si quieres quedar conmigo esta noche, claro.

Me hacía ilusión la verdad, por una vez, íbamos a estar completamente solos. Quería olvidar la tarde de su cuarto, y sabía que me recompensaría por ese fatal error. Pasaron sólo dos días pero me había vuelto a acostumbrar a su presencia después de su desaparición, sabía que no soportaría tanto tiempo sin él, otra vez. Sonreí como una idiota al pensar en las sorpresas que me iba a preparar, ya que de pequeño él era muy detallista, esperaba que eso no hubiese cambiado.

-Vale, ¿a qué hora quedamos?
-Abby, ¿sabes qué? Me acabas de hacer más feliz aún de lo que ya estaba por tenerte a mi lado. A las nueve en mi casa, ¿te parece bien?
-Perfecto.-Reí.- ¿Llevo algo?
-Nada, tú no te preocupes por nada, ¿vale? Yo me encargo de todo. Luego te veo, tengo que hacer muchas cosas.- Se fue corriendo pero al segundo volvió y me besó, un suave beso en los labios.- Te quiero enana.

Y se fue, yo tenía que entrar en casa y enfrentarme a mi madre, por no haberme presentado allí por la noche. Aunque ya era mayor, de vez en cuando se preocupaba demasiado por mí. Por suerte no había nadie, subí y preparé el baño, no un baño normal sino uno de los que a mí me gustaban. Llené la bañera de agua caliente y puse jabón para hacer espuma. Encendí unas cuantas velas de vainilla y una vara de incienso que me recordó a Danielle. Usé también bolitas de aceite con la misma fragancia que las velas y cerré la ventana, estaba totalmente a oscuras, salvo la tenue luz de las velas.
Me metí en la bañera y eché la cabeza hacia atrás, sentía el agua en mi cuerpo y la efervescencia de la pastilla para baño que eché de vainilla. Eché la cabeza hacia atrás apoyándola en la almohada que tenía para el baño. Sonreí y pensé en él, en Matt, pero también lo hice con Christian. Pensaba en los dos y sabía que algún día se tendría que acabar, porque iba a acabar enamorándome de alguno de los dos, cosa que no quería hacer y la única manera de no hacerlo era separándome de ellos, y no podría, no quería en realidad. Sentí que necesitaba aquellos ojos verdes con sus motas azules mirándome siempre, pero también necesitaba estar rodeada por esos musculosos brazos mientras mis dedos se enredaban en los cabellos rubios de Matt. Necesitaba sentir todo eso, pero era realmente egoísta por mi parte hacerlo, acaparar a los dos, aún no teniendo nada serio con ninguno de los dos. No sabía qué hacer y en esto no podía pedir ayuda a Danielle, ella siempre  diría que su hermano era la mejor opción, al fin y al cabo era familia.
Pasaron las horas y eran las ocho, nuestras casas estaban relativamente cerca si ibas en algún medio de transporte o caminabas muy deprisa. Me puse unos shorts vaqueros y una camiseta de manga corta con escote de pico y botones adornándola de color blanca, con unas zapatillas planas con cordones blancas también. El pelo lo llevaba suelto con espuma para potenciar los rizos. Cogí la moto y en cuestión de minutos llegué a casa de Danielle y Matt. Llamé al timbre y salió él, con un pañuelo negro atado a la muñeca, una camiseta negra ajustada de manga corta y bermudas vaqueras y las zapatillas acorde con la camiseta.

-Buenas noches señorita.-Me besó la mano.- ¿Puedo?-Dijo señalando el pañuelo y mirándome.
-Si, claro.-Le dije sonriendo.

Agarró el pañuelo y me lo puso en los ojos, tapándome la vista que tenía hacia su casa.