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miércoles, 27 de abril de 2011

Capitulo 13

Estaba furiosa, Matt me agarró la mano pero no la acepté y tiré de la mía con más fuerza de la que él estaba ejerciendo. No podía creer que después de haberme dicho eso, seguiría intentando abrazarme. Cerré la puerta del jardín de un portazo y con paso ligero me encaminé a mi casa.
Por suerte cuando llegué no había nadie, seguramente mi madre se habría ido a comprar. Subí las escaleras y entré en mi cuarto, cogí un cojín y lo tiré con todas mis fuerzas a las fotos que tenía con Matt. Me tiré en la cama tal y como había hecho con Dani y rompí a llorar. En el fondo me dolía que me hubiese hecho eso, aunque había aprendido a no sufrir por los hombres, pero Matt había dejado marca en mi corazón y no podía evitarlo. Sin darme cuenta me dormí y tenía una manta encima, seguramente habría sido mi madre, miré el reloj y vi que eran las cuatro de la tarde, tenía tres horas y media para arreglarme. Me levanté corriendo y bajé a comer había un plato de sopa en el microondas que calenté y un trozo de tortilla. Comí nerviosa porque no sabía que iba a ponerme para la cita con Christian.  Cuando terminé de comer, volví a mi cuarto. Abrí las puertas del armario y me senté en mi cama visualizando la mayoría de las prendas. De pronto vi que tenía una mini falda plisada verde, un verde que resaltaba mis ojos, no era claro pero tampoco oscuro, era, perfecto. Abrí un cajón y fui directamente a por una camiseta blanca con rayas verdes de tirantes tipo nadadora que combinaba a  la perfección. Estaba enfrente del espejo y giré sonriéndome. Me puse unas cuñas en tono marrón y el bolso a juego con ellas. Me senté en la silla que debería estar frente al escritorio ahora convertido en tocador, y me maquillé los ojos en color tierra con mucho rimmel. Apliqué un poco de rosa en mis mejillas y en los labios un poco de vaselina. Miré el reloj eran las cinco y media, necesitaría una hora y media en alisarme todo el pelo y después ondularlo. Encendí la plancha y procedí a alisarme el pelo, inmediatamente lo ondulé. Eran ondas grandes, el pelo tenía muchísimo volumen y eso me encantaba. Ya eran las siete y media, había quedado en ir a buscarle así que cogí el bolso, lo rellené con lo que consideraba importante, cogí el casco de la moto y otro que tenía  de repuesto. Me subí a la moto, me puse el bolso de una forma segura, para que no se volase y el casco de Christian en el codo. Mi moto volaba, lo sentía, iba demasiado rápido en comparación con el máximo de velocidad permitido. Hacía mal en ir tan rápido pero tenía unas ganas locas de verle. Llegué en quince minutos a su casa y llamé al timbre. Me apoyé en la moto, y me quité el casco que dejé en el sillín de esta. La puerta del jardín se abrió y le vi tan elegante pero a la vez casual, el pelo con gomina simulando que estaba mojado, una camiseta gris ajustada y una americana negra, llevaba unos vaqueros desgastados y unas deportivas negras.


-Fiu..fiu- Silbé.- ¿Dónde va tan guapo Mr. Lodge?

Me sonrió y se acercó lentamente andando cual modelo en una pasarela. Se acercó a mí y se inclinó lentamente sujetándome la barbilla y me besó. Fue un beso corto, suave pero a la vez intenso. Le sonreí y le tendí el casco.

-Eliges tú el sitio si te parece bien.-Le dije todavía sonriendo.
-Vale, se perfectamente dónde ir, pero antes te digo una cosa, pago yo.
-Me parece genial.-Sonreí como una niña pequeña.

Se subió a la moto, antes había llevado más paquetes y se había puesto muy pegado a mí, se puso el casco que le había dado y me agarró a la cintura.

-¿Te molesto?- Me dijo, intuía que él estaba sonriendo.
-Para nada la verdad, yo por mí, me quedaba aquí toda la tarde.-Dije poniéndome el casco.

Arranqué y aceleré, seguí las indicaciones de Christian para llegar al restaurante. Me guió hasta el muelle y yo me pregunté si allí había algún restaurante bueno, porque el último recuerdo de cuando vine a comer, era de cuando yo tenía cinco años y vine con mi madre, no me gustó nada el restaurante y al final acabamos en uno de comida rápida. Aparqué la moto y la aseguré en una farola, me quité el casco y lo agarré me coloqué la falda porque debido a la moto se había subido un poco pero lo suficiente para descubrir todo. Me sentía genial y emocionada porque no sabía dónde me iba a llevar, seguro que era precioso.
Sin preocupaciones de que alguien nos viese, porque ese muelle estaba alejado del pueblo y nadie vendría aquí, Christian me cogió de la mano suavemente y me dio un beso en la frente. El muelle era precioso tenía tonos rojizos debido al crepúsculo era tan encantador. Me llevó a un restaurante de madera, todo era así, tan rústico por fuera. Entramos y pidió una mesa que ya tenía reservada, nos llevaron a un salón, todas las paredes eran de cristal y se veía el anochecer, como el sol caía lentamente sobre el mar. Era encantador, me emocioné y le di un suave beso en los labios. Antes de sentarse me lo ofreció a mí hacerlo y me ayudó a acercarme a la mesa.

Estaba tan angelical, el rojo del anochecer se reflejaba en su pelo engominado y revuelto, en sus ojos, en esas trazas azules. Me mordí el labio sin querer mirándole embobada.

-Tierra llamando a Abby, tierra llamando a Abby.-Me dijo riéndose.
-Perdón. ¿Qué me decías?
-Que, qué quieres de beber.-Dijo con esa sonrisa mirándome a los ojos.
-¿Qué vas a beber tú?
-¿te gusta el vino?- Me preguntó.-Aunque no sería muy responsable por mi parte darte alcohol…
-Eres tú el adulto, tú decides.-Le guiñé un ojo sonriendo.

Llamó al camarero y pidió una botella de vino, que por el nombre ya parecía cara.

-Esto debe ser muy caro Christian.
-No te creas, y aparte no te preocupes por eso ¿vale?
-Vale, pero el postre nos lo tomamos en casa.-Le guiñé el ojo.

Ya tenía planeado todo, sabía cómo íbamos a terminar esta noche, porque me apetecía, porque yo quería y tenía muchísimas ganas de hacerlo.

miércoles, 13 de abril de 2011

Capitulo 12

Capitulo 12

Estábamos cogidos de la mano, aunque yo ya me sabía la casa de memoria. La madre de Dani y Matt, Melisa salió secándose las manos con un paño de la cocina y una sonrisa que me recordaba a sus hijos a recibirnos. Se acercó a nosotros casi corriendo y nos abrazó. Sentí que una lágrima le caía del ojo.

-Melisa, ¿por qué lloras?-Noté como se separó un poco de nosotros.
-Porque hacía tanto tiempo que no os veía así de juntos.-Dijo entre pequeños llantos y gimoteos.
-Ay mamá no seas tonta.-Se apartó un poco más de su madre pero su mano seguía sujetando la mía con firmeza.
-Lo siento hijo. Abby cariño, ¿te quedas a cenar?

Matt, respondió enseguida sin dejarme contestar a Melisa.

-Sí, Abby se queda a cenar y a dormir. ¿Puede?
-Por supuesto, Abby es de la familia casi, deberíamos ponerla un cuarto.-Dijo Melisa bromeando.

Con Melisa sonriendo, subimos las escaleras, suponía que anhelaba hablar más con su hijo, ya que casi no lo había hecho o todavía, hasta ahora no había hablado con él. Matt iba delante y abrió la puerta de su cuarto por un momento me soltó la mano pero no entró. Esbozó una sonrisa que hacía que mis rodillas temblasen.

-Signorina.

Se inclinó y como si de una princesa se tratase me ofreció entrar en su cuarto. El acento italiano, hizo que la piel de la espalda se me erizase. No podía evitarlo, los italianos me volvían loca. Eran de los mejores amantes que había tenido. El cuarto de Matt seguía igual. No había cambiado para nada. Estaba tal y como la dejó
. La habitación de Matt era muy luminosa por lo menos respecto la de su hermana. Todo en madera color haya, mezclado con azules y verdes marinos. Se notaba que la habitación era todavía algo infantil, adornada con un poster de Pokemon aunque a su alrededor había un par de futbolistas, unos cuantos de revistas de mujeres y alguno de grupos musicales como “The Rolling Stones” “The Beatles” “AC/DC” “Metallica”. Eran varios grupos de pop-rock que le encantaban y él me traspasó ese gusto musical.
Desde luego él desentonaba con la habitación, al menos su yo actual, pero pensar que podíamos hacerlo en esa habitación de niño me ponía a mil.
Desde la cama podía ver la alfombra azul y suave. Observé el techo, de donde colgaba una lámpara de papel redonda y blanca. Las estanterías estaban llenas de cómics y libros... Sonreí. Me venían tantos recuerdos a la cabeza.

Me senté en su cama y él a mi lado. Me miró sonriendo, se acercó a mí lentamente para intentar besarme. Le puse mi dedo en sus labios y le miré a esos ojos grises desafiantes.

-¿Te crees que lo nuestro va a ser sólo carnal?- Le dije mordiéndome el labio.
-¿Te crees que esto iba a ser algo más?
-Bueno, yo siempre puedo tomar la decisión ¿no?
-Por tu experiencia deberías saber que no.
-Vete a tomar por culo Matt.-Le pegué una bofetada.

Salí hacia el cuarto de Danielle, las lágrimas empezaron a brotar de mis ojos como si fuesen una fuente. Dani estaba en su cama con los cascos puestos y me abalancé sobre ella. Noté como su corazón palpitaba fuertemente y lo comprendía, la tenía que haber dado un susto de muerte.

-Dani, todos son iguales.-Dije entre sollozos, no podía casi hablar.
-Relájate, ¿qué ha pasado? ¿Te ha hecho algo Matt?
-Tía iba a besarme le he parado y le he preguntado que si se pensaba que lo nuestro era solo carnal, y ha llegado un punto en el que ha dicho que no puedo tomar la decisión que lo tendría que saber por la experiencia.- Las palabras salieron a toda velocidad de mi boca, casi escupidas pero entrecortadas por la falta de aire.- Le he pegado una bofetada.
-Bien hecho Abby.- Me abrazó más fuerte.

No sabía qué hacer, esto me superaba por momentos, después de la horrible pesadilla que Matt me dijese eso, después de sincerarme con él y contarle todo lo que me había pasado. Tenía ganas de que terminase el día, quería estar en mi cuarto arreglándome y pasármelo bien con Christian. No me apetecía bajar a cenar y verle la cara, asique Dani, bajó y subió la comida pese a las objeciones de su madre, pero sabía que si lo necesitaba se enfrentaría con ella. Comimos patatas fritas con varias salsas, era uno de nuestros platos favoritos, Dani lo bajó y decidimos poner una película en el ordenador. Tumbadas en la cama, caí rendida sobre el hombro de Dani. Estaba cansada de tanto llorar, apenas visualicé quince minutos escasos de la película. Cuando abrí los ojos ya era de día y estaba tapada con el edredón por encima de los hombros. La desperté y la dije que me iba a ir ya, que tenía que ir a casa a prepararme que había quedado con Christian, aunque fuese por la mañana tampoco quería estar bajo el mismo techo con Matt. Me vestí y me despedí de Dani. Bajé las escaleras rápidamente sin hacer ruido, cerré la puerta y dejé que el sol me diese en la cara. No sabía qué cara tenía. De repente escuché un carraspeo de garganta, abrí los ojos y me encontré a Matt en pijama, un pantalón de chándal negro y una camiseta gris ajustada.

-Matt déjame ¿vale? Te has pasado muchísimo, no me vuelvas a hablar nunca más.
-Joder, lo siento lo dije sin pensar, lo siento, lo siento.-Sus ojos transmitían que estaba arrepentido pero yo ya sabía que era una, y no más.
-No Matt. Esto se ha acabado, fuese lo que fuese.

miércoles, 6 de abril de 2011

Capitulo 11

Me levanté poco a poco, sentándome en el suelo mirándole como los músculos de sus gemelos se tensaban ya que estaba en cuclillas. Le sonreí, y le puse un casco.

-With me de Sum-41 ¿no?-Me dijo sonriendo.
-Exacto, ¿te gusta? – le pregunté mirándole
-Si la verdad, hay una que te dedicaría pero claro, las cosas no son gratis.-Me miró, tenía una media sonrisa que me encantaba.
-¿Cuál es el precio?-Me acerqué un poco más, aunque sabía que corríamos un riesgo al ser profesor y alumna, pero eso me gustaba más.
-Mmm…déjame pensar…¿Qué te parece…que te vengas conmigo mañana a cenar al pueblo de al lado?
-Me parece un poco caro, para una canción, aunque no me puedo quejar de la compañía.-Le sonreí.- ¿A qué hora?
-Paso a buscarte a las 8
-Que va, paso yo a por ti con la moto y tú guías.
-Perfecto, entonces a las 8, pero tendrás más cuidado que la ultima vez ¿no?
-Yo siempre tengo cuidado.-Le sonreí.

Me dio un beso en la frente y se alejó, como supuse que había venido, corriendo. Volví a tumbarme y extendí mis brazos en cruz, a fin de que el sol estuviese bañando completamente mi piel. Pensaba quedarme ahí, toda la tarde y disfrutar de mi libertad, del sol que no había tenido en el hospital.
Recordé como en este parque, al lado de un lago, había almendros floreciendo. El paisaje verde, azul, blanco y rosa, era precioso. Pero más precioso era el recuerdo de haber estado allí con Matt. Abrazados, mirando hacia el lago, a la puesta de sol. Su pulgar recorría el dorso de mi mano, yo estaba entre sus piernas y sus brazos que me abrazaban. Recuerdo que me daba pequeños y tímidos besos en la mejilla o en la mano. En esa época, recuerdo que un beso con lengua, era a lo máximo que podía llegar, entonces, era muy niña.
Me encantaba estar, así entre los brazos de Matt, tenía una flor de almendro en el pelo que me había regalado, encima de la oreja. Creía que difícilmente podría superar aquella felicidad. Pero sí, la superé. No fue como yo esperaba pero no estaba mal hacerlo en el hospital. En ese momento sentí que nuestros cuerpos se fundían y estallaban a la vez.
Cuando me quise dar cuenta, mi cuerpo se había enfriado y es que, el sol ya se había ido y yo tenía que volver a casa. Me puse de pie sin quitarme los cascos y empecé a caminar. Rumbo a mi casa, veía como la última pizca de sol, desaparecía del paisaje y la noche era terriblemente oscura. No había nadie en la calle, todo estaba en silencio, miré el reloj y apenas eran las 8 de la noche, empecé a agilizar mi paso. Iba casi corriendo, paranoica por si me seguía alguien. No quería repetir la historia otra vez. Miraba hacia todos los lados, y veía sombras que me acosaban, cuando intentaba fijarme en ellas desaparecían y corrían a mis lados. Los pulmones me comenzaban a fallar, me costaba respirar, pero tenía que aguantar, mi casa estaba apenas veinte metros. Corrí todo lo que pude y al llegar a la cerradura, intenté meter la llave, pero mis manos temblorosas no lo conseguían. Cuando por fin, pude meter la llave y dar las vueltas correspondientes, al abrir la puerta me desmayé, todas las sombras me envolvieron. Desperté sobresaltada con lágrimas en los ojos, miré la hora y todavía eran las siete de la tarde y hacía sol. A mi lado estaba Matt, no sé cómo llegó hasta aquí, pero me abrazó corriendo.

-Tranquila Abby, todo ha sido una pesadilla.

Me rodeó con sus brazos, pero no eran los mismos, ahora estaban más musculados. Apoyé mi cabeza en su hombro y noté como ésta absorbía mis lágrimas derramadas.

-Matt-Dije con voz temblorosa y entrecortada.-Ha sido como ese día.
-¿Qué día Abby? Cuéntamelo todo, estoy aquí contigo. Nada malo te va a pasar.
-Es muy largo, cuando tú no estabas, cuando tú te fuiste de aquí, a los pocos días, me pasó algo terrible.- Notaba la presión delicada que ejercía sobre mi espalda para tranquilizarme.- Me violaron.
-Abby, ¿me lo estás diciendo enserio? ¿Sabes quién fue? Te juro que si lo cojo lo mato.
-No tengo ni idea, solo sé que era un hombre gordo y de mediana edad. Fue terrible, y sólo tuve el valor de contárselo a Dani.
-Dios, es terrible, lo siento mucho pequeña, debiste contármelo.
-Tú no estabas. Nos abandonaste.
-No lo hice porque quisiese, tenía que huir de esta ciudad. Pero eso no importa ahora, lo que importa es que tú estés bien, ¿vale?

Me dio un suave beso en los labios, a él no le importaba que nos viesen en público, pero él no tenía que perder un trabajo por hacerlo. Me abrazó y me sugirió acompañarme a mi casa.

-Matt, no me hagas ir a mi casa, después de lo que he soñado no, por favor.
-Hagamos una cosa, vienes a la mía, cenas con nosotros, llamas a tu madre, y duermes conmigo.
-¿Y Dani? ¿No dirá nada?
-Pequeña, mis padres ya no son tan ingenuos, y sabrán que estamos más o menos juntos y Dani igual.
-¿Qué estamos más o menos juntos? No creo que vuelva a estar con nadie, después de eso.
-El tiempo verá-Me sonrió y me tendió la mano.

Llegamos a su casa, estaba como siempre, tampoco hacía tanto que no iba. Abrió la puerta y gritó.

-Ya estamos en casa.