Capítulo 1
La música se oía estruendosamente por toda la sala. Miré a mi alrededor. Podía observar a aquellas parejas besarse y gozar con el placer que produce hacerlo con un desconocido. Si te fijabas bien podías ver a un par de jóvenes bailando sensualmente en la pista, como jugueteaban con sus lenguas ladeando ligeramente la cabeza. Un poco más abajo de sus cabezas podía observar como sus manos se recorrían mutuamente. Las manos de él se deslizaron por debajo de su falda. Por la cara de placer y la forma en la que ella se mordía el labio supe que los dedos de él jugaban con ella, y me imaginaba hasta sus gemidos.
Ya bastaba de mirar, era la hora de actuar. Había llegado mi turno y quería gozar igual o más que esa chica.
Me dirigí a la barra y me senté. Sabía que había más de un hombre mirándome. Esperé a que alguno me invitase a alguna copa. Visualicé a un joven, alto con el pelo negro y espalda ancha. Clavé la mirada en él. Aún no sabía de que color eran sus ojos pero sabía que estaban fijos en mi vestido, concretamente en mi escote. Llevaba un vestido negro, corto con escote de escándalo y unas plataformas altísimas.
Se estaba acercando. Lo había conseguido.
Se sentó a mi lado y pude ver unos profundos ojos azules. Sus brazos estaban repletos de unos músculos hinchados. Cuando levanté la vista de sus brazos me dijo, por fin:
-¿Qué bebes? -. Tenía una sonrisa que dejaba claro a lo que iba.
-Lo que sea. Me gusta todo –sonreí lascivamente.
-Perfecto. –Se dirigió a la camarera – dos “Sex on the Beach”
-Me gusta ese cóctel. Buena elección. –Le miré a los ojos fijamente y volví a lanzarle otra sonrisa.
Pasado un rato me acabé el cóctel y me relamí los labios de una forma sensual. Sabía lo que provocaba en los hombres ese pequeño gesto.
-¿No eres un poco joven para venir a sitios como éste? –dijo con curiosidad.
-Tengo 17 años. No creo que sea una niña.
-No, yo no he dicho eso, sólo hay que verte. No tienes pinta de niña para nada. –Rió
-Eso espero. Aunque a veces soy tan inquieta como una.
-Bueno, ¿me vas a decir cómo te llamas?
-Abby, ¿y tú?
-Lucas
-Encantada
-Lo mismo digo. –dijo mirándome a los ojos, después al escote.
-Creo que el placer es de ambos –le guiñé un ojo.
La música se oía estruendosamente por toda la sala. Miré a mi alrededor. Podía observar a aquellas parejas besarse y gozar con el placer que produce hacerlo con un desconocido. Si te fijabas bien podías ver a un par de jóvenes bailando sensualmente en la pista, como jugueteaban con sus lenguas ladeando ligeramente la cabeza. Un poco más abajo de sus cabezas podía observar como sus manos se recorrían mutuamente. Las manos de él se deslizaron por debajo de su falda. Por la cara de placer y la forma en la que ella se mordía el labio supe que los dedos de él jugaban con ella, y me imaginaba hasta sus gemidos.
Ya bastaba de mirar, era la hora de actuar. Había llegado mi turno y quería gozar igual o más que esa chica.
Me dirigí a la barra y me senté. Sabía que había más de un hombre mirándome. Esperé a que alguno me invitase a alguna copa. Visualicé a un joven, alto con el pelo negro y espalda ancha. Clavé la mirada en él. Aún no sabía de que color eran sus ojos pero sabía que estaban fijos en mi vestido, concretamente en mi escote. Llevaba un vestido negro, corto con escote de escándalo y unas plataformas altísimas.
Se estaba acercando. Lo había conseguido.
Se sentó a mi lado y pude ver unos profundos ojos azules. Sus brazos estaban repletos de unos músculos hinchados. Cuando levanté la vista de sus brazos me dijo, por fin:
-¿Qué bebes? -. Tenía una sonrisa que dejaba claro a lo que iba.
-Lo que sea. Me gusta todo –sonreí lascivamente.
-Perfecto. –Se dirigió a la camarera – dos “Sex on the Beach”
-Me gusta ese cóctel. Buena elección. –Le miré a los ojos fijamente y volví a lanzarle otra sonrisa.
Pasado un rato me acabé el cóctel y me relamí los labios de una forma sensual. Sabía lo que provocaba en los hombres ese pequeño gesto.
-¿No eres un poco joven para venir a sitios como éste? –dijo con curiosidad.
-Tengo 17 años. No creo que sea una niña.
-No, yo no he dicho eso, sólo hay que verte. No tienes pinta de niña para nada. –Rió
-Eso espero. Aunque a veces soy tan inquieta como una.
-Bueno, ¿me vas a decir cómo te llamas?
-Abby, ¿y tú?
-Lucas
-Encantada
-Lo mismo digo. –dijo mirándome a los ojos, después al escote.
-Creo que el placer es de ambos –le guiñé un ojo.
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