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viernes, 11 de marzo de 2011

Capitulo 5

Salí del instituto con una cara de idiota impresionante, pero es que había conseguido algo que jamás se me hubiese pasado por la cabeza. Ligarme a un profesor, sabía las ventajas que podría conllevar eso, chantajear al profesor para que me subiese la nota o simplemente lo que yo buscaba en todos los hombres. Placer y venganza.
Cogí el móvil y llamé a Danielle.
-¡Hola!
-¿Abby?-Preguntó extrañada, supongo que por la emotividad de mi voz.
-No, soy el espíritu santo.-Dije con sarcasmo.
-¿A qué viene tanta alegría?
-Dani, no se si he hecho una locura…
-Me asustas…¿qué has hecho?
-Nada…-Dije mordiéndome el labio.-Sólo le he dado mi número de móvil a Christian…
-Me he perdido.-Afirmó segura.-¿Quién es Christian?
-mmm…Christian es, el profe de lengua.-Sonreí tontamente.
-¿Qué?-Gritó tanto que tuve que apartarme el móvil de la oreja.-¿Te has vuelto loca?¡¡Abby que es tu profesor de lengua!!
-Mañana te cuento. Adiós, te quiero.

Colgué a Danielle, estaba loca como decía ella, no sabía qué hacer, no sabía si había hecho mal en darle el número. Danielle era como mi conciencia, pero casi nunca surtía efecto en mí. Me puse el casco y me subí a la moto. Arranqué la moto y empecé a conducir por la carretera que me llevaría a mi casa. El viento me agitaba el pelo, encima de la moto me sentía cómoda, era una sensación de libertad. Podía pensar a mis cosas, pero debía estar atenta a la carretera.
Cuando llegué a mi casa, dejé la mochila al lado de la puerta y la chaqueta tirada al lado del sofá negro de cuero. Como siempre, mi madre no estaba en casa, seguiría en el bufete, me dirigí a mi cuarto y cambié los jeans por unos pantalones de chándal, “cagados”. Eran bastante cómodos, me recogí los rizos en una coleta alta, y fui a la nevera. Tenía hambre, así que me hice unas patatas fritas con bacon frito, un poco de queso derretido por encima y una salsa agria por encima de todo. Sí, tenía muchas calorías pero era lo que me apetecía. Cogí un vaso de agua y me fui a mi cuarto, encendí mi ordenador y me conecté a facebook.
Se abrió una ventana del chat, pinché unas patatas y me las llevé a la boca. Grité y empecé a soplar desde adentro, estaban demasiado calientes. Cuando se me pasó vi que era Danielle.

-Abby, explícame que es eso del profe de lengua.
-A ver, no es para tanto, sólo le he dado mi número de móvil, en una hoja de papel que me dejé por “accidente”-Escribí poniendo un poco de sarcasmo en mi mente.
-¿Pero lo ha cogido o algo?

-Claro tía, que lo he visto, si no, no te lo diría.
-Tú verás lo que haces Abby.

Me desconecté, quería pensar en lo que había hecho, seguí comiendo las patatas mojándolas en la salsa. Miré el móvil y no me llegaba nada, ni un toque ni un sms, nada. Estaba como loca por que llegase pero…nada. Llevé el plato de patatas al lavaplatos cuando me lo terminé. Me quité la camiseta verde y me puse una negra de tirantes para dormir. Abrí la cama y me metí dentro, las sábanas y el edredón estaban frías. Al cabo de unos segundos me empecé a calentar  por el edredón.
De repente sonó mi móvil, y emocionada lo cogí, vi que era un mensaje.
Era de un número desconocido, sonreí, decidí abrir el mensaje: Espero que sepas quién soy, sólo quería decirte que con esos ojos verdes que tienes me vas a tener bueno todo el curso.
Era él, no sabía que iba a hacer, él era mi profesor de lengua, pero ya lo había hecho, no podía dar marcha atrás, a mi me gustaba y parece que yo a él también, no veía nada de malo en eso y dentro de tres meses cumpliría dieciocho años. No sabía que responderle, no le dije nada. Tendría que esperar a mañana.

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