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jueves, 31 de marzo de 2011

Capitulo 10

Le miré desde la camilla, como se ponía otra vez sus calzoncillos y los pantalones. Noté los músculos de su espalda tensarse al subírselos. Como se ponía su camiseta que estaba tirada en el suelo de la habitación. Sonreí, por una vez, lo hice con alguien que esperaba, que de verdad tenía ganas. Vi como se volvía a colocar su pelo imperfectamente peinado. Se volvió y me dio un suave beso en los labios. Abrió la puerta, cogió su chaqueta de la moto y su casco y se fue. Acto seguido Danielle entró de repente y me miró, me peiné un poco para que no se diese cuenta.

-¿Qué te ha dicho?- Me miró con curiosidad y ansia por saber que le había pasado a su hermano.

No sabía que contestarla, por una vez no iba a contarle toda la verdad de lo sucedido. No podía contarla que me acababa de acostar con su hermano mayor.

-Dani, me ha dicho que hablaría contigo así que supongo que sólo nos toca esperar.- La miré y la cogí la mano.
-Estarás contenta ¿no?- El corazón se me encogió en un puño
-¿Por qué?- La pregunté dubitativa.
-¡Porque te dan el alta Abby! Si es que no te enteras de nada.- Me sonrió

No me había enterado pero ya había pasado los cinco días que tenía que estar en el hospital ingresada. Y tenía en la cabeza a dos personas y sabía que si no hacía algo, me acabaría enamorando. En cuanto saliese del hospital, me tomaría dos días de relax y después me iría de fiesta. Decidí contestar la nota de Christian.

Gracias por preocuparte. No hacían falta las flores, pero, ¿cómo sabías que eran mis preferidas?

La verdad es que no sabía cómo Christian había averiguado cuales eran mis flores preferidas. Por primera vez, tenía ganas de ir al instituto, hacía mucho que no veía esas trazas azules en sus ojos. Por otro lado estaba Matt, y después de lo que pasó en el hotel, no tengo muy claro lo que siente el por mí. Tenía claro que no podía enamorarme de ninguno de ellos dos, ni de nadie. De todas formas Christian no tenía la culpa, no me había dejado tirada. Pero Matt, el que fue el niño de mis ojos, y no me llamó ni una vez, sólo me dejó una carta, una maldita carta por nuestro tiempo juntos. En ese momento, me pareció un mundo, pero ya no, había madurado. Y sabía que una carta no bastaba para despedirse, no bastaba un no te preocupes, todo estará bien, volveré pronto. Me di cuenta de que con esas palabras no podía marcharse una persona, a la que querías. Sin dar explicaciones, dejando a una familia de lado. Tenía que quedar para hablar con él, sin duda, y nada de encantos con su sonrisa devastadora. Quería saber el por qué de su huida y no podía aguantar mucho más sin saberlo.
Dejé mi ropa sucia en el cesto de la lavadora y subí las escaleras hacia mi cuarto.
No me podía quejar, era luminoso y bastante grande. Estaba en el segundo piso, al fondo del pasillo a la izquierda. En la puerta tenia colgadas fotos con Dani, un eje cronológico desde nuestra infancia. En una foto, tendríamos unos ocho años, salimos abrazadas a Matt en su cumple. Sonreí. Era la típica habitación de una adolescente, decorada en madera blanca con tonos alegres: rosa, verde, naranja. Era preciosa, y el armario daba mucho de si... no sólo para guardar ropa. Mi familia tampoco tenía mucho dinero la mayoría eran muebles de IKEA. La colcha (con dos manchas sospechosas en el revés imposibles de quitar a estas alturas) era a cuadros rosas, naranjas y berenjenas. Las paredes en verde. Un sofá situado en frente de un ventanal donde hacía mis deberes, pues el escritorio lo había transformado en tocador y estaba repleto de cosas. Más que posters tenía láminas distribuidas por el cuarto de mi pintor favorito: Monet. En un cajón al lado de la cama guardaba los regalos que intercambie con Matt durante nuestro noviazgo, y ahora también una flor del ramo que me envió Christian. Me senté al borde de la cama y encendí mi portátil. Vi todos los comentarios de apoyo que tenía en una red social. Apagué el ordenador y me asomé a la ventana, dejé que el sol bañase mi cara con su luz, sonreí, me encantaba el sol. Me puse mis pantalones pirata y una camiseta azul con mis converse del mismo color, el móvil y las llaves. Me dirigí hacia el parque más cercano que había. Vi un claro, y daba el sol justo parecía diseñado para mí. Me tumbé cerré mis ojos y puse los cascos al móvil. Quería despejarme, quería escuchar música y relajarme. En la lista de reproducción estaba With me de Sum-41 me encantaba esa canción, era realmente preciosa. Sonreía y a la vez lloraba. Estaba en el cielo, me sentía mal, porque sabía que algo no iba bien en mi vida pero, era feliz en el fondo, lo era. De repente el sol desapareció por una sombra. Abrí los ojos lentamente porque al contrario que los fluorescentes, mis ojos se habían acostumbrado a la luz. Sonreí al verle.

-¿Qué escuchas?- Sonrió, los ojos verdes risueños parecían llenos de alegría.

1 comentario:

  1. aaaaaiiiinnnnsss adoro a Matt :D publica prontooo q me esta encantandooo la historia :)

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